dimecres, 1 de desembre del 2010

Sobre el Barça-Madrid

"Era esto, seguramente, lo que pergeñaron los pioneros ingleses, allá por el Siglo XIX, cuando decidieron inventar el juego de la pelota con los pies y comenzaron a reglamentarlo.

Era esto.

Pero no pudieron imaginar una función en la que las habilidades técnicas, combinadas con la solidaridad colectiva, el despliegue físico y el afán ofensivo pudieran desembocar en una exhibición de belleza estética productiva como la que ofreció el Barcelona ayer ante el Real Madrid, su rival de siempre. Porque no hay recuerdos próximos de una actuación así. Del principio al final, de una punta a la otra del campo de juego. Fue una superioridad rotunda, humillante, frente al que era el orgulloso puntero de la Liga española. Comandado por un entrenador ruidoso, que de tanto lograr triunfos importantes por todas partes, invicto desde su llegada a Madrid, se había creído que desde su olfato y su capacidad para plantear los partidos había encontrado la llave de la verdad del fútbol. Y la enarbolaba con inmodestia desafiante. Si él mismo se definió así.

Fue un canto al fútbol.

Que lo reivindica, que lo ubica lejos de rigores y mezquindades. ¿Adónde hay que ir para buscar paralelos semejantes? ¿Brasil del "70? ¿Hungría del "54? ¿Holanda del "74? ¿La Máquina de River? ¿Los Carasucias de Lima "57? A la esencia de este juego, simplemente.

Desfigurado en estos tiempos por pseudos cientificistas o detractores afiliados a la teoría de la búsqueda de ventajas, grandes o chiquitas, para intentar la conquista del éxito, aun vacío de riquezas.

Estuvo Lio Messi, claro que sí. Con su habilidad imparable y con su aptitud creciente para servir pelotas de gol. Como las dos que le puso a David Villa, para el tercero y el cuarto de los cinco goles. Y estuvo en esplendor la dupla de los creadores, Iniesta y Xavi, que gestaron el primero. Centro-pase perfecto de Iniesta para que Xavi definiera con fineza envidiable.Y ellos comandaron el tiki tika.

Para aquí y para allá. A un toque o a dos, o a la salida de una gambeta corta, de empeine o de taco.

Pase al compañero, como religión.

Con la velocidad que se necesite.

Baja en la distracción y alta y sorpresiva en el despegue.

¿Quién dijo que el fútbol se juega a toda velocidad, siempre? ¿O no es la pelota la que tiene que correr con precisión y rapidez? ¿Cuántos pases hubo antes de que Villa la cruzara en el fondo para que la empujara Pedro, en el segundo tanto? ¿Veinte? ¿Treinta? Los necesarios para disfrutarlos ellos y para hacérselos disfrutar a su gente entusiasmada.

Fue tanta la diferencia futbolera que el Real Madrid se pareció a un equipo de segunda clase, desconcertado, ofuscado, humillado. Y la imagen final de la impotencia la dio Sergio Ramos con ese patadón a Messi que le causó la expulsión.

Barcelona ofreció su fiesta. Y Mourinho sabe ahora que hay otra verdad.

Lujosa y efectiva"

Horacio Pagani (Diario Clarín). Argentina.